Serás.

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Yo sé que los amaneceres también se rompen.

Que todo lo que no fue, será un lastre que cargaremos a la espalda.

Y podría esperarte en los confines del mundo pero no lo haré, ya no.

Sabor a olvido.

Sabor a Nada.

Sabor a premio de consolación cuando oigo “no puede ser”, esto no es para nosotros.

Tengo las mismas ganas de abrazarte que de disparar y la misma fuerza para llevarlo a cabo.

El desorden premeditado que te dice que todo está en su sitio, dónde debe estar. La escena del crimen con su cuerpo y su móvil esperando a que alguien pueda descifrar el misterio.

¿Y si vuelvo a por ti? ¿Y si no estamos acabados? ¿Y si tu aliento en mi nuca me devuelve a la vida?

No sé si hay tiempo, no sé si la derrota y la herida pueden aguantar esto, un día, un minuto, un pensamiento más siquiera.

En el fondo sé que la felicidad no era para nosotros. Nosotros juntos.

Y pronto tendrás lo que querías. Pronto habrá cenizas que esparciremos en los rincones del cuerpo.

Serás algo difuso rondando por mis esquinas. Un latido débil que no sonó al compás. Un imposible de esos que me gustan y me arruinan la vida. Una forma sin definir, una nota que sonó a destiempo. La distancia que sobra. El tiempo que falta. Humo, sangre, fuego en la garganta.

Serás el punto que cierra un ciclo y te llevarás contigo todo lo que yo no quise ser. De lo que nunca formé parte.

Yo sé que esto también se romperá, pero el polvo sucio que cubre tus sentidos también es parte de lo nuestro y de nosotros mismos. De nuestras miserias y causas perdidas.

De nuestra sustancia.

De nuestro sudor.

De nuestra locura. TODA NUESTRA LOCURA. Sucia, envenenada, rota.

Y seguramente puedo vivir con ello, pero no quiero.

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