Podía haber sido en cualquier otro momento,
de cualquier otra manera
y sin embargo pasó entonces.
Podía haber sido con cualquier otra persona.
Pero tuvo que ser contigo.
Y así pasó todo.
Como un secreto que se desvelaba.
Como un jarro de leche que se derramaba
y rompía el jarrón, por dentro y por fuera.
Como un corazón que estaba aprendiendo
a comportarse para no estallar cada vez que le veía.
Como una marea de ganas
que se convertía en huracán al tocar tierra.
Al tocar tu espalda y al recorrerla.
Como comer cerezas por primera vez cuando empieza la temporada.
Como querer a ciegas.
Como saltar charcos.
Como olvidar penas.
Así era esto,
lo que llegó de repente
y acabó siendo tan nuestro.
Nuestras normas.
Nuestros besos.
Todas las ganas que tenían nuestro cuerpos.
Y se pasó tan deprisa,
como un aleteo,
y así son las cosas eternas,
hechas de la materia,
que se hacen los sueños.