Cuando ‘A’ conoció a ‘J’.

Cuando ‘A’ vio a ‘J’ por primera vez, se le paró la sangre. Todo su sistema se colapsó y algo más fuerte que ella le dijo que se había quedado sin posibilidad de elección. Ahora que le conocía, solo podía elegirle a él. No era algo romántico, era más bien … una carretera de dirección única.

‘J’ no lo sabía pero esa chica se iba a meter en todas sus aristas y huecos a tal velocidad que no iba a poder frenar el torrente de destellos y energía. Era esa jodida droga adictiva que le mataba y le renovaba por dentro.

Cuando se vieron, instantáneamente se reconocieron en el otro y desde ese momento no pudieron apartarse, simplemente tenían una complicidad sobrenatural, un entendimiento alejado de las leyes de la Tierra, juntos eran más. Latían fuerte.

Eran mitades del mismo todo. Pertenecían a universos paralelos, siempre viajando cerca pero orbitando en distintos mundos. Bastaba una mirada para verse por dentro. ‘J’ burlaba la barrera de las pupilas y entraba en los ojos de ‘A’ para asomarse. ‘A’ era capaz de llenarle y vaciarle en el mismo beso.

Tenían ese algo que hacía que cuando se tocaban, sus cuerpos fueran eléctricos. Se bebían a morro. Se tocaban a través de la piel y se diluían el uno en el otro. Se escupían y saboreaban en el mismo mordisco y luego se lamían la sangre resultante para no dejar huella.

Se olían, se buscaban, se tenían desde antes de conocerse y es que … eran de esas historias que necesitan vivirse. Sentirse. Lamerse.

Se habían estado esperando toda la vida y cuando se vieron tuvieron que acercarse, era inevitable.

Nada después de aquello podría ser suficiente. Encajaban como encajan los dedos de la mano derecha entrecruzados con los de la mano izquierda.

Separarse hubiera sido injusto para sus cuerpos.

‘A’ y ‘J’ sabían que lo suyo era una edición limitada, irrepetible, algo que no pasa con cualquiera, ni con nadie más. Solo con ellos, solo entre ellos.

Cuando ella dijo que sí, él empezó a decir que no.

Él había dicho sí mil veces, pero la última vez, la que hubiera cambiado todo, dudó y dijo “no”.